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El tema de los valores es algo que suelo tratar con frecuencia ya que normalmente cuando uno piensa emprender o llevar a cabo un proyecto se centra en su idea, en el producto que va a desarrollar y en las posibilidades de negocio que va a tener. Clientes, proveedores, canales, colaboradores, posibilidades de expandirse, y así hasta un largo etcétera. Lo que solemos dejar para el final es cómo llevaremos a cabo, a nivel de cultura, todo ese proyecto. Somos dos o tres, nos llevamos bien y estamos juntos en esto… si, cierto, pero si todo va bien crecerás y si va mal, tendrás momentos de nervios, de incertidumbre y te preguntarás una y otra vez por qué decidiste embarcarte en esta aventura. Cuando estos momentos llegan lo fundamental es tener unos cimientos sólidos, un ADN estructurado e inquebrantable que te sostenga y te haga fuerte en cada decisión que tomes. De forma inspiracional podemos pensar en el propósito que tenemos al iniciar ese proyecto, una visión a largo plazo que nos motive y nos haga mirar hacia el futuro, o una misión que cumplir. Todos, pese a que son importantes, no son tan manejables en el día a día y no marcan unas pautas a seguir, para eso están los valores. Los valores corporativos conforman las normas que van a regir todas las acciones que llevemos a cabo en la empresa, todas las decisiones que tomemos y que, además de ser nuestro “código ético”, van de la mano de conductas a fomentar y conductas que no vamos a tolerar. Esos valores, además, deben ser compartidos por todos los miembros del equipo, respetados y fomentados por todos ellos. Compartir los valores como equipo nos hará fuertes, favorecerá que los caminos que elijamos sean acordes a nuestra cultura corporativa, a aquello que nos diferencia del resto y nos caracteriza como equipo, y, además, nos guiarán en los momentos de duda e incertidumbre. Es importante que, además de cuidarlos, se revisen periódicamente puesto que la empresa evoluciona y también la cultura de ésta. Pero, ¿cómo definimos nuestros valores? Para definir valores corporativos nada más fácil que hacer un listado de aquellas cosas que son importantes para nuestra empresa (creatividad, trabajo bien hecho, pasión, trabajo en equipo…). Después deberemos ordenarla siendo sinceros con nosotros mismos y sin pretender agradar a los demás, primero aquello que es realmente importante para nosotros y nuestro proyecto. Una vez establecido el orden nos quedaremos con un máximo de 7 valores y definiremos qué conductas los fomentan y qué conductas las alejan. Ya tenemos nuestros valores, nuestro ADN. Una vez definido deberemos garantizar que estas (como máximo) 7 normas guían todas las acciones que llevamos a cabo: selección, evaluación, contratación, formación, nuevas líneas de negocio, innovación… Tomar decisiones alejadas de nuestros valores será el peor error que podamos tomar, irá en contra de las normas y afectará a la reputación de la empresa, decepcionará al equipo y debilitará el proyecto. No olvidemos que los valores son aquellas características que nos diferencian como equipo, como trabajadores y como empresa, son las normas sobre las que se asienta nuestra cultura y no son deseos, plasman una realidad.   Todas las empresas de éxito tienen una característica común: sus valores. Se puede copiar un modelo de negocio, una web, una idea, la decoración de un lugar… pero nunca se podrá clonar la fortaleza de una organización que se rige por unos valores fuertes, compartidos y que determinan todas las acciones, de momento no se puede clonar el ADN empresarial. Lidia Nicolau]]>

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