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Un post de Francisco Bragulat Parrilla, Gerente Eficiencia Operativa en Securitas Seguridad España Un síntoma preocupante de la recuperación de la economía española es la falta de “salud” de las empresas, y el absentismo es una de las principales causas. Según datos del Estudio Adecco, este fenómeno se ha incrementado en los últimos años del 4,7% en 2015 al 4,88% en 2016. Si tenemos en cuenta esta tendencia, en los próximos años veremos datos por encima del 5,5%. En España se asocia el incremento del absentismo con la bonanza económica, estimando que un alto porcentaje del absentismo es fraudulento, ¿pero es así? Según las estadísticas, este fenómeno descendió en los años más duros de la crisis, pero si comparamos los datos macroeconómicos de antes y después, vemos que la proporción entre el incremento del paro y el descenso del absentismo no es equilibrada (el paro en diciembre de 2007 era del 8,3% con un absentismo del 4,9% y en diciembre de 2016 el índice de paro era del 18,63% con un absentismo del 4,88%). Además, la inestabilidad en el empleo es mucho mayor, ya que la mayoría de los contratos son a tiempo parcial o de corta duración. ¿Qué está ocurriendo entonces? Debemos dar un nuevo enfoque al aumento de absentismo porque, aunque parte pueda justificarse por los viejos males patrios, otro componente se deriva de estos años de crisis. La falta de compromiso con la empresa por parte del trabajador, el aumento de la edad media de las plantillas por la falta de nuevas contrataciones —el paro juvenil cerró 2016 con una tasa del 42,91%— o la falta de recursos en el sistema de salud pública son algunos factores que inciden en este aumento. La falta de implicación del trabajador con la empresa derivada de la nueva tipología de contratación, del efecto que ha tenido la crisis en la percepción del empleado con relación a la empresa y la progresiva pérdida de fidelidad entre las partes supone un sentimiento de desarraigo y elimina el sentimiento de culpa por “no arrimar el hombro”. Además, el aumento de la edad media (40 años en 2016), evidencia que la población trabajadora ha envejecido durante la depresión económica, lo que ha repercutivo en los procesos de absentismo (la edad es lo que tiene), con la aparición de procesos médicos que no aparecen en etapas vitales más tempranas. La falta de recursos en el sistema de salud pública dilata los procesos que necesitan especialistas o pruebas médicas. A todo lo anterior se añade que la capacidad de recuperación en personas de más edad, de forma general, es menor, lo que hace que la media de días de baja en 2016 fuera de 42. En la empresa, el problema del absentismo se suele tratar únicamente desde el punto de vista de los costes económicos, pero las repercusiones son mucho más profundas. El absentismo enferma a la empresa, ya que al coste monetario que provoca tenemos que añadirle la pérdida evidente de calidad, imagen, seguridad… La persona que no está disponible, salvo casos excepcionales, es sustituida por otra que no tiene la misma experiencia o conocimiento del entorno, lo que genera una carga adicional para otros empleados que tienen que asumir el trabajo del ausente, creando en los “no absentistas” una mayor desmotivación que les acerca progresivamente al colectivo de los que faltan a su puesto. Todo esto sin olvidar los costes colaterales, como la selección y formación de los sustitutos, entre otras cosas, que la estructura de la empresa tiene que soportar para paliar las consecuencias de esta nueva tendencia laboral. Por eso se hace necesario buscar soluciones prácticas y creativas, aplicar nuevas ideas y afrontar de forma diferente este problema. Trabajar en restaurar los vínculos no tangibles entre los trabajadores y la empresa, fomentando la motivación interna e implementando medidas para convertir las organizaciones en empresas saludables que favorezcan el compromiso de los trabajadores; mejorar la conciliación encaminada a una verdadera racionalización de horarios… Todo ello encaminado a mejorar la gestión interna del absentismo. Porque la única manera de mejorar la “salud” de la empresa es cuidar a sus trabajadores.   Artículo publicado en El País]]>

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